Fuentes y su búsqueda de la libertad

Fuentes y su búsqueda de la libertad

Podría definírsele como el dandi de las letras latinoamericanas, por su elegancia a toda prueba. Fue diplomático, libretista de televisión, novelista. Tuvo tantos amigos que hizo pensar a más de uno que el cultivo de la amistad debería ser otro género literario. Solía decir que no existe la libertad sino la búsqueda de la libertad, y que esa búsqueda es la que nos hace libres.

Por Pepe Palacio Coronado

Autor de obras tan notables como La muerte de Artemio Cruz, Cambio de piel y Terra Nostra, es considerado uno de los precursores del Boom de la literatura latinoamericana y uno de los más destacados escritores hispanoamericanos del Siglo XX.

Fue también figura importante de la diplomacia de su país, destacándose en forma notable como embajador de México en Francia. Además, fue delegado en numerosos organismos internacionales y profesor en las universidades de Princeton, Columbia, Harvard y Cambridge.
En vida ––y hasta después de muerto–– fue objeto de significativos y reiterados premios, homenajes y distinciones universales por parte del mundo académico, político y diplomático.

Formación

Carlos Fuentes Macías nació en Panamá el 11 de noviembre de 1928 y falleció en Ciudad de México el 15 de mayo de 2012. Hijo del también diplomático Rafael Fuentes Boetigger, vivió durante su infancia en las capitales de varios países latinoamericanos y en la de Estados Unidos, donde recibió la influencia de los respectivos sectores intelectuales y culturales.

En Washington permaneció seis años (1934–1940). Durante las vacaciones de verano viajaba a México para no perder el idioma castellano y familiarizarse con la historia nacional. Cuando Carlos Fuentes contaba 16 años, su familia se instaló, definitivamente, en la capital estadounidense. Por esa razón él solía decir: “Soy un mexicano criado en los Estados Unidos”.

En la capital estadounidense no solo aprendió inglés y conoció la obra de los grandes escritores norteamericanos, sino que, además, adquirió conciencia de su identidad de hispanoamericano. Eso sucedió debido a la nacionalización del petróleo mexicano y la expropiación de las compañías petroleras multinacionales por el presidente Lázaro Cárdenas en 1938. Entonces sus compañeros de estudio, norteamericanos, antes amigables, influenciados por el entorno, repentinamente se volvieron hostiles con él: lo excluían de los juegos y lo matoneaban por ser mexicano.

En México cursó la “preparatoria“, conoció la historia y la geografía del país y se doctoró en Derecho en la UNAM (Universidad Autónoma de México), y posteriormente (1950), viajó a Europa, donde cursó estudios de Economía en el Instituto de Altos Estudios de Ginebra, Suiza. Vivió en París, Venecia y Londres.

Solía decir que no existe la libertad sino la búsqueda de la libertad, y esa búsqueda es la que nos hace libres. Se inició en el campo de la literatura cuando era estudiante de secundaria en México como colaborador de la revista Hoy. En esa época ganó un concurso literario del “Colegio Francés Morelos”.

Carrera pública

En razón de la profesión de su padre, se mantuvo siempre al tanto de la política mejicana, escribiendo y opinando sobre los asuntos de actualidad. Como diplomático fue figura clave en el manejo de los asuntos exteriores de su país durante cerca de treinta años representando a México en numerosos organismos internacionales.

En la embajada de Francia (1975–1978), mantuvo abiertas las puertas a los refugiados políticos latinoamericanos, lo mismo que a los de la resistencia de la ETA. Representó a México en la Conferencia sobre Ciencia y Desarrollo en Dubrovnik y renunció al cargo cuando, recién muerto Francisco Franco, el presidente mexicano José López Portillo nombró como embajador en España el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, a quien se señalaba como autor de los asesinatos de la plaza de Tlatelolco en 1968.

Muy polémica fue su actuación en defensa del Presidente Luis Echeverría, a quien se le endilgaba corresponsabilidad en la matanza de Corpus Christi, perpetrada el 10 de junio de 1971. En las elecciones de 2012 criticó con ardor al candidato izquierdista Manuel López Obrador (hoy presidente de México), y a los otros aspirantes a la presidencia, Enrique Peña Nieto y Josefina Vásquez Mota. Además, dejó en claro su preferencia por Marcelo Ebrad, quien no estaba participando en la contienda electoral. Elogió a Fidel Castro en algunas ocasiones, y en otras lo criticó duramente. Fue amigo personal de los estadistas Bill Clinton y Jacques Chirac, lo mismo que de grandes empresarios y banqueros, dueños de empresas multinacionales.

Obra literaria

Carlos Fuentes abordó diversos géneros literarios, como novela, cuento, reseña y ensayo. Además, dejó piezas notables en otros ámbitos: teatro, guiones de cine, libretos para óperas, conferencias, discursos, correspondencia y entrevistas.

Los críticos sostienen que Fuentes coincidía con la tesis de Octavio Paz en el sentido de que México no ha logrado armonizar su historia postcolonial con su pasado prehispánico. Él proponía abordar ese conflicto a través de tres temas fundamentales: necesidad de comprender mejor la historia nacional, planteamiento de nuevos estudios sobre estructura política y ejercicio del poder, y análisis de los problemas sociales.

Como innovador de la estructura narrativa, en sus novelas se funden la fantasía y la realidad, el mito y la historia, la certeza y la imaginación. Los destinos de sus personajes suelen entrecruzarse, y de ese modo es como si pusiera frente al lector una galería de espejos que permite ver distintos ángulos de la condición humana.

En 1958 escribió su primera novela, La región más transparente, en la cual plantea la coexistencia en la actual sociedad mestiza mexicana de un nexo no asumido con el pasado indígena. Por su novedosa estructura experimental, algunos críticos consideraron que la narración era “desordenada y caótica”. Otros se arriesgaron a calificarla como la primera obra significativa del boom latinoamericano de las letras.

En 1962 publicó La muerte de Artemio Cruz, con la que, definitivamente, se consagró como un novelista de primer nivel. Tomando como protagonista a un insurgente que agoniza, Fuentes expone la traición de la dirigencia revolucionaria mexicana a sus ideales. Esos revolucionarios hicieron un penoso tránsito hacia el caudillismo político y, posteriormente, se convirtieron en empresarios codiciosos y corruptos.

Ese mismo año, 1962, Fuentes publicó Aura, una novela de corte fantástico que se apartaba radicalmente de su exploración a los problemas sociales e históricos de México. Esto no cayó bien en un sector de la crítica, que lo cuestionó por, supuestamente, incurrir en cierto coqueteo con lo pornográfico.

En 1967 publicó Cambio de piel. Así retornó a su temática inicial y exploró formas narrativas vanguardistas que fueron celebradas por críticos y lectores. En 1975 salió al mercado Terra Nostra, considerada su novela más completa y una de las más importantes de la lengua castellana. En esta trama Fuentes se remonta a la España de los Reyes Católicos para tratar de comprender cómo fue que el poder de los colonizadores se trasplantó a sus colonias en América. En 1994 publicó Diana o la cazadora solitaria, una novela autobiográfica que tiene como eje temático su romance desdichado con la actriz Jean Seberg.

El cine

Fue gran aficionado al séptimo arte: escribió y adaptó de obras suyas y de otros autores, los libretos para varios filmes, tales como Las dos Elenas, Las dos cautivas, El gallo de oro, Un alma pura, Tiempo de morir, Pedro Páramo, Ignacio, Un alma pura, Muñeca Reina y Vieja moralidad. También fueron llevadas al cine sus novelas La cabeza de la hidra y “Gringo Viejo”. Escribió los argumentos de la serie televisiva “El espejo enterrado”.

Premios

Recibió numerosos galardones y distinciones: Premio Biblioteca Breve, Premio Rómulo Gallegos, Premio Cervantes y Premio Príncipe de Asturias, entre muchos otros. Además, muchas universidades, como la de Harvard y la de Cambridge, le concedieron doctorados honoris causa.

Hasta el día de su muerte fue considerado por un vasto sector de lectores y críticos como candidato al Premio Nobel, pero tal reconocimiento le fue esquivo. Ahora bien, como este galardón le fue concedido a Gabriel García Márquez, uno de sus amigos más célebres, Fuentes declaró que, después de todo, esos laureles también eran suyos: “Cuando se lo dieron a García Márquez me lo dieron a mí, a mi generación, a la novela latinoamericana que nosotros representamos en un momento dado. De modo que yo me doy por premiado”.