La COP26, un fracaso moderado

La COP26, un fracaso moderado

Por Daniel Quintero Calle

Cerró en Glasgow la conferencia más esperada por la humanidad desde el Acuerdo de París, la COP26.

Había altas expectativas sobre los compromisos audaces a los cuales se llegaría para hacerle frente a la crisis climática. Sin embargo, el sabor que dejó es agridulce. Es probable que con los compromisos nacionalmente determinados actuales, y las emisiones correspondientes, nuestro planeta supere el límite de 1,5 °C mucho antes de lo previamente modelado. ¡Una catástrofe!

La ciencia nos ha alertado. Desde 1970, el Club de Roma ya manifestaba que había que imponer límites al crecimiento. Johan Rockström y su equipo hablan de los límites planetarios que no debemos cruzar para mantener-nos en un espacio de operación planetaria seguro. Y el IPCC, el principal grupo de científicos de cambio climático, nos volvió a recordar durante la COP26 que si continuamos con las metas de reducción actuales, enfrentaríamos un aumento de 2 °C a 2050, con serios impactos en la vida planetaria.

Aunque fueron tímidos los logros de la COP26, resalto algunos avances en el camino correcto: se acordó acabar con la financiación pública internacional a energías del pasado, con compromisos frente al carbón y los combustibles fósiles; se definieron nuevas posibilidades de apoyo financiero para países como Colombia, en proyectos de protección climática; se debatieron conexiones directas entre el género y la crisis climática. En el escenario local, Colombia anunció la meta más ambiciosa de Latinoamérica al buscar reducir en un 51 % para 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y lograr la neutralidad de carbono a 2050.

Ningún país es inmune a los efectos del cambio climático. Pero países en la franja tropical y con amplios retos socioeconómicos, como Colombia, son más vulnerables ante los efectos del cambio climático que muchos países desarrollados. Así que los tímidos logros de la COP26 se quedan cortos. Aún estamos a tiempo de evitar la catástrofe, si hacemos lo correcto; así sea costoso desde la perspectiva política. En resumen, se requiere acción climática real. Se requiere detener emisiones de GEI de manera urgente y decidida, en todo el planeta. Se requiere un cambio de paradigma.

En Medellín estamos compro-metidos a liderar este cambio. Más del 20 % de nuestro Plan de Desarrollo se concentra en acciones coherentes con los retos climáticos (el metro de la 80, la 1.ª zona urbana de aire protegido de Colombia, parques del Norte, la ciclorruta metropolitana norte-sur, entre otros). En 2020 declaramos la emergencia climática en Medellín. También logramos la aprobación de nuestro ‘Plan de acción climática’, en conjunto con C40, y con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá estamos avanzando para asegurar la apropiación social del ‘Plan de acción ante el cambio climático y la variabilidad climática’.

Hemos logrado mucho, pero aún nos falta. Desde Medellín nos unimos a los llamados de los cien-tíficos durante la COP26, y anunciamos la decisión de hacer más ambiciosa la meta de mediano plazo en nuestro ‘Plan de acción climático’. He pedido a los equipos técnicos viabilizar los escenarios y disposiciones para promover una reducción del 50 % de los GEI a 2030, en vez del 20 % contempla-do. Esta hoja de ruta se anexará al documento técnico que estamos preparando para facilitar las convergencias de la ciudadanía con la Declaratoria de emergencia climática de nuestro futuro distrito-región.

Esperamos que estas acciones coherentes con los retos planetarios detonen procesos amplios de gobernanza climática, adaptación y mitigación en otras regiones del país. Ante la timidez global, liderazgo climático local. Ante la inacción, un pacto de no violencia por el planeta y por nuestros líderes ambientales.